SOUMISSION / MICHEL HOUELLEBECQ / FLAMMARION (2015, FR)- ANAGRAMA (2016, ESP.) / 320 pag. /★★★
“Tel est le cas, dans nos sociétés encore occidentales et social-démocrates, pour tous ceux qui leurs études, mais la plupart n'en prennent pas, ou pas immédiatement conscience, hypnotisés qu'ils sont par le désir d'argent, ou peut-être de consommation chez les plus primitifs, ceux qui ont développé l'addiction la plus à certains produits (ils sont une minorité, la plupart, plus réfléchis et plus posés, développant une fascination simple pour l'argent, ce « Protée infatigable»), hypnotisés plus encore par le désir de faire leurs preuves, de se tailler une place sociale enviable dans un monde qu'ils imaginent et espèrent compétitif, galvanisés qu'ils sont par l'adoration d'icônes variables : sportifs, créateurs de mode ou de portails Internet, acteurs et modèles”.
(Houellebecq, 2015: 11)*
Por Herbert Neutra
herbertneutra@icloud.com
La ahora popular y anticipada obra de Michel Houellebecq tuvo como telón de fondo en su lanzamiento el 7 de enero de 2015 a los lamentables sucesos contra el diario Charlie Hebdo. Dichos atentados sirvieron de bandera verde a una cadena de terror que se hizo pan de cada día para los habitantes de muchos estados fallidos de la futura Europaistan. Francia, Suecia, Bélgica, Reino Undido, Alemania y próximamente España y Holanda, se tendrán que acostumbrar a los gritos de “¡Allahu Akbar!”, a los cuerpos desmembrados de sus compatriotas y de los turistas, a los hashtags y filtros ridículos que siguen invitando a agarrase de los úteros y a prender velitas, y sobre todo, a las medidas de tolerancia e igualitarismo de sus enclenques y carismáticos líderes, un lobby de liberales de la centro-izquierda, necrófilos, pedófilos, feministas y menopáusicos, subsidiados por la franja milloneta del propio islam (Qatar, Arabia Saudita, EAU), que han sabido ganarse el corazón de una generación de votantes, académicos, socialites y simpatizantes, creyentes acérrimos de que el asunto de los “kebab” es una religión de paz porque conocen a tres musulmanes que viven en su particular “violencia pasiva” y van al mismo trabajo, o porque a falta de cojones y carácter, consideran que cuestionar una fe, tan atrasada y peligrosa como la del profeta Mahoma, se convierte en una forma de racismo.
Si estás en este nutrido y creciente grupo, posiblemente te interese saber: a) ningún proceso de colonización anterior podría justificar el ejercicio del terrorismo; b) es fácil defender causas monoteístas ajenas cuando te la pasas escupiendo sobre las propias, aún cuando las desconoces y son estas las que te permiten la comodidad de vida “pagana/ ateísta” subsidiada que mal o bien llevas; c) el Qur’an y sus 114 suras, no solo se deben tomar al pie de la letra, ya que son revelación directa de Alá a Mahoma, sino que el tono pacifista de aquellas que se exponen en La Meca se convierte en belicismo una vez que el profeta concentra a su ejército en Medina; d) ni entre devotos de dicha fe existe la paz; e) la exitosa y polémica novela de Houellebecq no es precisamente ni un Nobel de literatura ni un baño de sangre y finalmente, f) que la preocupante debilidad y decadencia de los galos, de la cultura de Occidente y muy pronto de Latinoamérica, no es menos que el resultado del honrado e ingenuo buenísimo/oportunismo/manginismo/progresismo que tanto defiendes en redes sociales.
Es posible que Sumisión te ofenda por varios motivos, de entrada, porque el personaje principal, llamado François, “un gordo converso a flaco, un moreno ahora “claro” de 44 años, habitante de la cosmopolita París, con un doctorado en algo tan poco productivo, funcional y masculino como la literatura francesa del siglo XIX, no solo es caricaturizado por el autor, sino que cumple con todas las características por las que el mundo se está quedando sin hombres de verdad: François es el típico humanista que se escondería en caso de guerra, aquel que no tiene principios de pertenencia con nada ni con nadie, pero que al final se adscribe a lo que sea, por algo de estatus, vagina, dinero y la oportunidad de pasársela inflando su vacía existencia con drogas, círculos de falsa intelectualidad y relaciones pasajeras, generalmente con mujeres frívolas, de poca valía moral y reproductiva con similares ambiciones académicas y personales.
También querrás pasar de dicha obra, porque sin complicarse con una argumentación política extensa, Houellebecq sabe presentar las bien intencionadas creencias de la izquierda como la base y causa de la extinción de la democracia moderna; dicha izquierda con su falta de valores, libertinaje, reaccionismo ecológico, incubación de VPH y una agenda de no agresión y brazos abiertos NO puede oponerse a la causa de cosas como el Islam, ya que bajo sus mal-informados marcos históricos, el musulmán es el único oprimido y discriminado por el perverso macho blanco hetero-patriarcal. Denigrarás de Sumisión, porque además tu generación, aparte de acomodada es cobarde y tarde o temprano terminará sometida por la palabra o la fuerza de los machos de un pueblo acostumbrado a follar cabras, disparar fusiles, pasar sed y morir por aquello en lo que creen. Esa impotencia del europeo políticamente correcto, aquella que sigues como ejemplo, es la que con muy pocas armas le permitirá hacerse con el poder en el año 2022 a partidos como la alianza del Frente Republicano y al hipotético Partido de la Hermandad Musulmana.
Los momentos más perturbadores del libro los encontrarás cuando el triunfo de este nuevo orden, que las mayorías elegirán a consciencia, jubile a las maestras, desterrándolas de las centros universitarios, ahora transformados en ambientes en los que se pugna por la enseñanza de oficios útiles y básicos; mientras que al resto de las mujeres se les devuelva a sus roles como amas de casa, se les imponga una vestimenta que no ofenda a las tradiciones y que resulte provechosa para la economía, para la sexualidad y para las oportunidades de empleo de otros hombres.
Aunque las cosas pueden ponerse peor y tal vez pienses en el suicidio, cuando descubras que la mediocridad en la escritura y estilo del autor, sus pobres descripciones, el uso reiterativo de muchas expresiones, su pedantería sobre el canon literario e incluso su descarado plagio, no le hacen justicia a tus años de formación profesional como un brillante literato y menos le llegan a los talones a tus elocuentes y elaboradas críticas sobre política, filosofía o cultura.
Sumisión es una novela poco recomendable para un ego, “credo” y talento como el tuyo, en ese sentido es probable que prefieras otras distopías mejor escritas que desvían el foco hacia el extinto puritanismo y en el que nuevamente a la mujer se le pone como víctima: me refiero a casos como los de “The Handmaid's Tale” (Atwood, M. 1985); una gran ficción de la que recientemente Hulu ha hecho una muy superior serie televisa más comprometida con el arte que con el activismo ambientalista y la militancia de la Margaret.
Este libro no es digno de tu paladar y sin embargo esto no evitará que cuando hoy veas las noticias, cuando pienses en gente como Angela Merkel, Justine Trudeau y Emmanuel Macron o simplemente te observes al espejo, le otorgues algo de valor y crédito al “realismo brusco” de Monsieur Houellebecq. ¡Nada de culpas ajenas! Tu cheque te seguirá llegando, tus estudiantes continuarán creyéndote y la Francia está mejor que nunca: es una mentira que el país, e incluso casi todo el antiguo continente, hayan caído bajo un hechizo y que las consecuencias sociales, culturales e ideológicas de un contexto ficticio puedan tener lugar en un tiempo como el presente.
*“Eso es lo que les ocurre, en nuestras sociedades todavía occidentales y socialdemócratas, a cuantos acaban sus estudios, pero la mayoría no adquieren conciencia de ello o no lo hacen de forma inmediata, pues están hipnotizados por el deseo de dinero, o quizá de consumo los más primitivos, aquellos que han desarrollado una adicción más violenta a ciertos productos (son una minoría, pues la mayoría, más reflexivos y pausados, desarrollan una simple fascinación por el dinero, ese «infatigable Proteo»), y más hipnotizados aún por el deseo de demostrar su valía, de labrarse un estatus social envidiable en un mundo que imaginan y esperan competitivo, galvanizados por la adoración de iconos variables: deportistas, diseñadores de moda o de portales de Internet, actores y modelos.”
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