MI VIAJE A TRAVÉS DEL CINE FRANCÉS / BERTRAND TAVERNIER/ FRANCIA- 2016 / 201 min. / CLASIFICACIÓN B: MAYORES DE 12 AÑOS/ DOCUMENTAL/ **** 1/2
“Cineastas que creen que el cine puede hacer que las cosas se muevan, que creen como me decía un día Renoir que hay que hacer una película pensando: ¡Vamos a cambiar el curso de la historia!, también tienen la humildad para pensar que si conmueven a dos personas, han conseguido algo extraordinario”.
B.T
En una interesante y provocadora investigación científica muy reciente, se ha logrado demostrar cómo la incidencia de factores del tipo migración descontrolada, disgenesia y el controvertido, aunque muy pertinente, “Efecto Jensen”, han sido determinantes para que los niveles de inteligencia de la población francesa hayan disminuido 4 puntos en los últimos diez años (Dutton & Amp; Lynn, 2015).
Sin necesidad de entrar en querellas que nos permitan justificar como la genética sigue siendo el elemento más determinante en el desarrollo de la inteligencia y de la cultura, vemos en el extenso pero inagotable documental: “Voyage à travers le cinéma français" del talentoso Bertrand Tavernier (“La mort en direct”, 1980; Laissez-passer, 2002), una hermosa antología presentada en formato de entrevista cuidadosamente coronada con una ingeniosa edición, en la que se estudia el momento de mayor esplendor de una cinematografía, un país y una sensibilidad actualmente en decadencia.
Por supuesto, ya asomará la academia materialista dialéctica-ideológica arguyendo que tal cosa es imposible, pero seamos realistas: ni Leos Carax, Claire Denis, Jean Pierre Jeunet ó Olivier Assayas - críticos mordaces a su manera precisamente del maremagnum multi-etnico e intelectualoide y del fiasco colonizador de la nación del “Coquelet” - alcanzan para igualar el listado de autores revolucionarios que de una manera sencilla y amena Tavernier nos comparte y analiza en más de tres horas.
Bertrand agarra anécdotas de su propia vida, de sus emociones, de su experiencia cinéfaga y de su profesión, para decir cosas mucho más valiosas y trascendentes que el “camionado de chorradas” que muchas facultades humanistas latinoamericanas siguen extrayendo de la también fallida narratología (Carrillo Canán, 2013).
La infancia, adolescencia y madurez de Tavernier transcurren en los difíciles días de la segunda guerra mundial, de la ocupación germana y de la complicada recuperación posterior al conflicto bélico. En este escenario sus días transcurren amenizados por las obras maestras y “menores” de genios como Jacques Becker, Marcel Carné, Jean Renoir, Jean-Pierre Melville, Robert Bresson Claude Sautet ó Edmond T. Gréville. En el filme, el director no pasa por alto los aportes estéticos de los autores de la reconocida “Nouvelle Vague” pero tampoco se detiene demasiado en apologías, un aspecto que probablemente decepcione a los más “aventajados”, y en cambio, sí realiza un apasionante escrutinio en la música y los compositores que aportaron a forjar la leyenda y que terminaron en su mayoría, condenados al ostracismo, verbigracia: verdaderos pioneros del nivel de Maurice Jaubert ó Joseph Kosma.
Tavernier tampoco se instala en el chovinismo y reconoce a la primera industria de Hollywood y a varios maestros americanos y alemanes su innegable influencia, además de todo aquello en las producciones tricolor, ante dichos aportes avanzaron. En un ejercicio entusiasta de intimidante erudición, el francés argumenta sin muchos rodeos, como son la imagen, la interpretación, el sonido, el semblante de Jean Gabin, el carácter de Eddie Costantine y sobre todo, el ingenio y la precisión con la cámara o cortando carretes de tipos como Claude Chabról ó Jean Vigo, los que realmente configuran un corpus artístico adelantado a su tiempo.
Es una lastima que pueblos como los Galos ó los Normandos o los Francos se haya desangrado en tantas guerras y que ahora las otrora femmes fatales, sean meros esperpentos que solo saben exigir derechos y licuados en el útero. Es muy probable que dentro de cincuenta años todo lo que nos muestra este muy recomendable “Voyage…” sirva como memorial de agravios de la opresión de la raza más odiada actualmente, pero a la que curiosamente le debemos casi todo, me refiero a la raza blanca y a su “perverso proyecto opresor”.
Herbert Neutra
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