Por Leonardo Mora
sonidosrare@gmail.com
Este
cuadro es el retrato de la hija de un adinerado banquero de la época en Viena. De la imagen de esta angelical muchacha con bellísimo rostro, inteligente mirada, y una postura corporal que manifiesta un caprichoso y tierno desafío (elementos suavizados por los candorosos colores de su vestido floral), debemos decir que representa más una invención del genial pintor de mujeres, que la copia
exacta de la apariencia de la modelo original; a decir verdad, por lo que
dicen las fotos, esta carece de la gracia pastel y el poderoso atractivo de la chica del cuadro, sin duda, una de las obras más impresionantes de la pintura moderna.
Aunque el retrato de Mäda Primavesi pretende
ser el retrato de una niña de apenas 9 años, es evidente afirmar que asistimos más
bien al caso de una avasalladora adolescente que paulatinamente adquiere certeza de su poder de
sugestión. La combinación de los opacos colores y el contraste en los que prima
el rosa, recuerda en cierto grado al fauvismo y a las estampas japonesas, estas
últimas que tanto influenciaron a artistas como Van Gogh y Monet.
Se
dice que Klimt trabajó deprisa para entregar este cuadro a tiempo y en sus
bocetos previos se observa su trabajo experimental con diferentes fondos y
poses. El fondo se representa abierto y presenta unas líneas de fuga delimitadas por una suerte de alfombra cargada de flores y hierbas que muestra un claro situado detrás de la modelo.
El punto de mayor interés visual del cuadro recae en la parte que va desde la cabeza y el rostro de Mäda hasta su zona intercostal, por motivos de su mayor definición con respecto al resto del dibujo; tal interés se acentúa gracias a la composición triangular del cuerpo de la retratada. Allí en el vértice superior nos encontramos con los penetrantes y dulces ojos cafés y un poco ojerosos de Mäda, sobre los que se dibujan unas largas y marcadas cejas, el cabello semiondulado, castaño y adornado con un gran arreglo azul y blanco en el costado derecho, las mejillas sonrojadas, el rostro de contornos fuertes, el larguísimo cuello que realza su elegancia y porte, y la pequeña boca de labios finos y cerrados. La expresión total de la cara de Mäda manifiesta una gran seguridad y carácter que casi rayan en la prepotencia.
Valga resaltar que al ver este retrato muy de cerca y con detenimiento, es notable el contraste de las fuertes, desordenadas y gruesas pinceladas con que el artista ha creado el fondo, la alfombra, los decorados florales y el vestido de Mäda, con la precisión y sutileza de la elaboración del rostro y de cada uno de sus rasgos. Todos los detalles han sido finamente pensados para crear la armonía del objeto principal del cuadro, el cual es indudablemente el rostro de Mäda.
El punto de mayor interés visual del cuadro recae en la parte que va desde la cabeza y el rostro de Mäda hasta su zona intercostal, por motivos de su mayor definición con respecto al resto del dibujo; tal interés se acentúa gracias a la composición triangular del cuerpo de la retratada. Allí en el vértice superior nos encontramos con los penetrantes y dulces ojos cafés y un poco ojerosos de Mäda, sobre los que se dibujan unas largas y marcadas cejas, el cabello semiondulado, castaño y adornado con un gran arreglo azul y blanco en el costado derecho, las mejillas sonrojadas, el rostro de contornos fuertes, el larguísimo cuello que realza su elegancia y porte, y la pequeña boca de labios finos y cerrados. La expresión total de la cara de Mäda manifiesta una gran seguridad y carácter que casi rayan en la prepotencia.
Valga resaltar que al ver este retrato muy de cerca y con detenimiento, es notable el contraste de las fuertes, desordenadas y gruesas pinceladas con que el artista ha creado el fondo, la alfombra, los decorados florales y el vestido de Mäda, con la precisión y sutileza de la elaboración del rostro y de cada uno de sus rasgos. Todos los detalles han sido finamente pensados para crear la armonía del objeto principal del cuadro, el cual es indudablemente el rostro de Mäda.
Debe recordarse la inclinación de Klimt por fijar con talento en múltiples ocasiones las fisonomías y las personalidades femeninas, generalmente emparentadas con la conocida femme fatale, nombrada de esta manera en Francia, pero que surge en la sociedad inglesa a finales del tormentoso siglo XIX, y que "se asocia con los estilos de la Decadencia, el simbolismo y el Art Noveau, tanto como con la atención a la decoración y al detalle ligados a un Orientalismo popular y persistente", según nos recuerda la crítica argentina Josefina Ludmer en El cuerpo del delito (1999). Esta autora también señala que "el poder otorgado a la mujer fatal es una función de los miedos ligados con las nociones de impulsos incontrolables y la pérdida de la conciencia, todos temas de las teorías emergentes del psicoanálisis" (Págs. 388, 399, Ed. Eterna Cadencia). En efecto Gustav Klimt plasmó con fascinación la belleza femenina con cierto influjo de su peligrosidad: sus cuadros destilan bajo la apariencia de un sutil erotismo una alta carga sexual, la cual, según el crítico Gilles Neret, se adelanta al expresionismo y al surrealismo en cuanto a exposición mucho más abierta de la sexualidad en el campo del arte. Valga traer sus lúcidos argumentos sobre la obra de Klimt:
"Klimt ha contribuido a crear un tipo de mujer fatal, la mujer castradora". "Si existe un artista cuyo 'arte es, en efecto, completamente erótico', ese es Gustav Klimt (...) Los dibujos de Klimt son la quinta esencia de la sensualidad. Carecen de la agresividad y desesperación de los dibujos de Schiele, del cinismo de Picasso, del salvajismo de Toulouse-Lautrec. Su erotismo es siempre, como en Ingres o Matisse, refinado y elegante (...) Esta mezcla de esteticismo y erotismo forma también parte de la representación de las poses más osadas y provocantes o de la reproducción detallada de las zonas erógenas del cuerpo". (Neret, Gustave Klimt. Ed. Taschen, pág. 88 . 1999.)
Etéreo, inquietante, bello, el
retrato de Mäda Primavesi descansa afortunadamente en la galería André Meyer del
Metropolitan Museum of Art, en Manhattan, New York, para que cualquier persona pueda
sumergirse en un ensueño pictórico y no salir nunca.
*Una gran reproducción de calidad en alta definición del Retrato de Mäda Primavesi puede descargarse en :
http://images.metmuseum.org/CRDImages/ep/original/DP243354.jpg
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