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Foto: Carlos Arturo Cleves |
Licor de lodo (2014) es el segundo libro de poesía del escritor colombiano Daniel Padilla Serrato. Su publicación ha sido posible por intercesión de la Universidad del Tolima (Colombia). La obra se compone de tres partes diferenciadas bajo los nombres de Licor de lodo, Pobre y pequeña luz y Anfibios, las cuales nos ofrecen distintas circunstancias líricas: podemos asistir, en primer lugar, a poemas que generan una profunda cosmogonía simbólica de la que hacen parte los eventos poéticos más extraordinarios (como poderosos y fulminantes encuentros y desencuentros de entes divinos con seres terrenales) hasta prosas descarnadas que se sitúan en lo profundo del alma humana y tienen como evidente protagonista a una insania corrosiva y dolorosa. Fredy Yezzed anota lúcidamente sobre Licor de lodo sus virtudes polifacéticas que pueden desplegarse en diversos niveles, desde lo épico y maravilloso hasta la intimidad de lo cotidiano. El prólogo del libro está a cargo del poeta Gabriel Arturo Castro. A continuación ofrecemos al lector tres poemas de Licor de lodo.
De Licor de lodo:
V
El primer día se sentaron, cada uno en su trono
a estudiar las escrituras y los astros,
y todas las cosas que no existían.
Ellos dijeron al unísono:
Sea la materia un juramento de muerte
Sea el tiempo una larga espera
Sea la vida el holocausto de las células
Sea la carne una herida abierta
Sean las plegarias escarabajos de cara al cielo
Sea la mente un muladar de oro
Sea el alma una esperanza envenenada.
Las aves del ocaso extendieron sus alas sobre todos los puntos cardinales.
Su lento vuelo dibujó en la noche los signos de la cuna y la mortaja.
De Pobre y pequeña luz:
NERVAL
Todos los días la sombra del ahorcado me saluda.
Las líneas de mi cuello se anudan en la soga
que espejea vibrante bajo la viga más alta.
Escribo mi caída o mi equilibrio en ese temblor que cuelga del techo
y que nace de mis manos oscurecidas por el sol.
Me sostengo de la soga para conservar la cabeza,
me lanzo a este blanco vacío para que mis pies nunca toquen
el suelo.
De Anfibios:
ESPEJO DE MANO
Agarre un cuchillo afilado y corte la palma de una de sus manos a medio centímetro de profundidad. Luego, con la ayuda de la otra mano abra la incisión, sumérjala en alcohol y presione con fuerza, provocando que los extremos de la herida se abran, que su piel se desgarre y el tejido interno se impregne con el líquido.
Acto seguido pinte dos puntos negros sobre el corte, simulando un par de ojos. Mire el tajo, abierto y rosáceo como boca a punto de besar. Separe los labios. Deslice entre ellos de un lado para el otro una hoja de papel, o pique justo en el centro con una aguja. Acérquese a esa nueva boca, introduzca la punta de la lengua en la ranura, recorra sus bordes. Succione con fuerza, sienta el gusto a sangre, convénzase de estar besando a un fantasma.
simplemente Genial
ResponderEliminarDaniel gracias por ampliar esa conexión sutil entre lo imaginado y lo percibido. La experiencia de leerte es un salto al vacío. Revives el fuego de preguntas que retuercen mis adentros y haces que ame la poesía.
ResponderEliminarYenny, mil gracias por tus generosas palabras, un onírico abrazo para ti.
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