Las heroínas de la clase trabajadora: Dos días y una noche (2014) de Jean-Pierre Dardenne y Luc Dardenne
Por Leonardo Mora
sanagustinconfesiones73@gmail.com
Dos días y una noche (2014) es un filme dirigido por los hermanos belgas Jean-Pierre Dardenne y Luc Dardenne (conocidos especialmente por su trabajo en el intimista filme El niño, de 2005) que relata una realista historia sobre la lucha de una mujer para mantener su puesto de trabajo al mismo tiempo que se sobrepone a sus crisis depresivas. El filme manifiesta un manejo formal sin extravagancias visuales, sobrio, directo, limitado casi siempre a la cámara en mano y planos secuencias para enfocar primordialmente a los personajes: un estilo austero para hablar de una situación austera; sin lujos, sin arandelas, sin sofismas, Dos días y una noche se aleja de la insufrible manía de los directores actuales por complicarse visualmente, casi siempre para nada (a menudo las historias y las interpretaciones actuales dan lástima) y gana su rango fundamentalmente por su gran capacidad persuasiva, su nervio, su entereza, su sinceridad.
La cotidianidad de cierto sector de la clase trabajadora belga es expuesta con enorme habilidad por los directores, quienes hacen énfasis en la intimidad de la mujer, su vida familiar, y en las complicadas relaciones humanas cuando hay dinero y seguridad laboral de por medio. La línea entre el interés individual y la solidaridad para con los semejantes es puesta en entredicho en el filme: la mujer, al borde del despido, debe amortiguar su orgullo para convencer a sus compañeros de trabajo de que la auxilien; pero estos, por supuesto, también enfrentan sus diversos problemas personales, familiares y económicos, y se ven sujetos a elegir entre su comodidad y bienestar material, o el de su febril colega de trabajo.
Marion Cotillard se muestra brillante y convincente en el rol principal y nos muestra su capacidad actoral, lejos de la mujer fatal o la diva caprichosa que a veces se le impone: asume con propiedad su condición de mujer trabajadora y logra que espectador se solidarice, la quiera y sufra junto a ella sus dificultades, porque su historia es la misma de millones de personas alrededor del mundo y es imposible ser indolentes ante tal situación: es una héroe del común que debe sostener su moralidad e integridad en medio de un sistema económico despiadado, y que lamentablemente obliga a todos sus integrantes a indisponerse entre sí: cada cual es obligado a resguardarse en una trinchera, a vigilar que su nivel de vida no sea vulnerado y a luchar para no perder unas condiciones mínimas de existencia arduamente ganadas.
Una vez más la dura cotidianidad interpretada fílmicamente demuestra su importancia y validez. Un vez más se comprueba que un gran director de cine (en este caso, la dupla Dardenne) es quien se muestra sensible ante sus circunstancias, quien logra cristalizar una historia con un gran sentido de intimidad y de observación del mundo, y no quien fastidia y se fastidia por lograr la toma más rara, sofisticada, pero irremediablemente inútil: algunos realizadores pretenciosos y “exquisitos” que tanta exaltación logran del público más tonto e ingenuo, quizás harían mejor en limitarse a hacer comerciales de TV y a no hacer perder tiempo mostrando su nula capacidad para crear algo artístico y con criterio.
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