Recientemente la editorial colombiana Trilce ha publicado el poemario La persistencia de lo inútil (2016) en el cual figuran tres nuevos poetas (Margarita Losada, Daniel Padilla Serrato y Camilo Marroquín) originarios del departamento del Huila, en el suroccidente colombiano. Ofrecemos al lector algunos poemas de la obra y el acertado y sensible prólogo a cargo del poeta, ensayista y editor colombiano Guillermo Martínez Gonzáles, lamentablemente fallecido en septiembre de este año.
TRES NUEVOS POETAS
Por Guillermo Martínez Gonzáles
El
poeta está solo con las estrellas, sentencia Nietzsche, para indicar, por un
lado, que su indagación de lo desconocido y las complejidades del espíritu,
con frecuencia le ocasiona el escarnio o la indiferencia de la época carente de
méritos en que vive. Del otro, que la expansión de lo humano, el derrumbe de
las talanqueras de la razón, la percepción de lo sagrado, arrojan a la noche
oscura, a la aventura que casi siempre está amenazada por el fracaso.
Algo
de todo aquello, guardadas las proporciones, se puede advertir en este libro de
irónico título, La persistencia de lo inútil, que incluye a tres
poetas, Camilo Marroquín, Margarita Losada y Daniel Padilla, oriundos del
Huila. Los tres han asumido su destino con la obsesión y la claridad que no espera
salvaciones ni frutos externos. Insisten porque están cruzados por el dolor de
la vida, están tocados por la necesidad del misterio, saben que la poesía es
conocimiento esencial que justifica todos los riesgos, todos los llamados a la
soledad.
Por
supuesto, cada uno de estos poetas posee su propia voz, un recorrido que los
distingue:
Una
especie de rebelión desde adentro, de búsqueda entre los límites del silencio
y la palabra, de ruptura del tiempo, de mirada que anuncia la libertad como un
acto que se conquista con dolor, marca los textos de Camilo Marroquín, imbuidos
de un tono reflexivo, de una distancia en la que por momentos, como en una
esquela del instante, apenas se escucha una canción.
Poemas
breves, aleteantes en el abismo, la palabra de Margarita Losada se cifra en la
herida fundamental, excava en las verdades de su ser, en las desgarraduras del
alba y el lenguaje. Espera el momento de la unidad, el clamor de la luz, en un
ambiente de fragmentación, en un coletazo que no cesa y puede ser devastador.
Con
la densidad que concentra los fósiles y las galaxias, la nada y el asombro, el
polvo y la gota de lo eterno, Daniel Padilla exacerba textos de largo aliento,
a veces en prosa, que en un tono lacerado o próximo a la ceguera, recaban en
una condición menesterosa, que ahora y siempre palpita ante el sordo clamor de
la sed, espera la extinción o el milagro.
En
un poema sobre el cineasta alemán Fassbinder, uno de ellos dice: “En el fondo
hay miedo/ o más bien/ una herida/ que la luna/ abre y cierra”. Tal vez estos
versos resuman una atmósfera que da un indicio del libro. Cierto o no, el caso
es que existe en estos poetas una intensa conciencia del mal, entienden el
poema sobre todo como experiencia interior, prefieren, en cuanto a los temas
centrales, afincarse en las zonas del ser, se expresan con un lenguaje
impregnado de cautela y no de ostentación.
![]() |
Paul Cézanne - Mardi Gras (1888) |
La
relación entre la palabra y el silencio es constante, se manifiesta como
tensión o posibilidad de unidad que sólo en el poema encuentra la dimensión que
exige la búsqueda de su ambigüedad. El lenguaje sin el silencio no es nada y
como diría Max Picard, “el silencio existe sin la palabra, pero no la palabra
sin el silencio”.
Como
fenómeno primordial el silencio impregna experiencias tan fundamentales en la
constitución humana como el amor, el erotismo, la muerte y la eternidad. El
ruidoso desconoce a Dios y, todas aquellas experiencias, sin el silencio,
carecen de sentido, se viven como simples accidentes, desprovistos de una
articulación secreta que conforma la creación, la historia del hombre y el
misterio de la vida.
La
persistencia de lo inútil, es una propuesta fértil y
de calidad literaria que vale la pena señalar. Coincide con algunas tendencias
de las últimas generaciones del país, caracterizadas por la diversidad, el
predominio de lo personal y subjetivo, la creación como acto autónomo, provisto
de múltiples referencias culturales.
Visto
desde un punto regional, que no sé si sea pertinente mencionar, ya que el libro
evita a toda costa una mirada local, tal vez sea conveniente decir que esta
selección, encarna un relevo generacional, propone alternativas distintas de
escribir el poema, presenta sin estridencias una renovación dentro de lo que se
ha escrito en los últimos tiempos en el Huila.
Por
esta y otras razones, resalto este libro que brilla solitario como una moneda
intermitente en el mar ciego de las tormentas.
Bogotá,
julio de 2016
Camilo Marroquín Díaz:
El ojo ciego que todo lo ve
El ojo ciego que todo lo ve
te mira cuando tú no lo miras,
cuando no, tú buscas su mirada
como un hombre el sexo de una mujer.
Mas una vez coinciden las miradas
tanto el hombre como Dios dejan de existir,
o uno reemplaza al otro
como la luz a la luz misma.
Hay que tomar distancia
Hay que tomar distancia
así como quien se asoma a un estanque de agua
para ver a los ojos al misterio.
Verás que como una mujer
sonreirá
y tú te acercarás por un beso
dando infinitos pasos hacia atrás
sin apartar tus ojos de sus ojos.
Margarita Losada Vargas:
Lamento
la hoja trasciende en su viaje por el viento
y la rama
lentamente al partirse
astilla un pedazo de la memoria del árbol
¿qué es el corazón de un hombre
al lado del corazón de un pájaro?
Un poco de ser
querer no este
sino otro destino
buscar la luz en el espejo que mira hacia la noche
o intentar una palabra que sostenga la imagen
flotando en el abismo
Daniel Padilla Serrato:
ORACIÓN DE LA SED
Señor, tengo el estómago de hueso, la piel amarilla y caliente, sol en el cuello y un pozo en la boca del alma que no me deja pensar.
Señor, tu luz quema.
Si ya me diste una cicatriz en cada línea de la vida, si soy costra que se hunde sé mi fondo.
O mi tabla de naufragio.
Señor de los enfermos, ardiente dios de los insaciables: por el cemento de tus úlceras, por el vinagre que bebemos de tus venas los ladrones, no dejes que se evapore esta noche.
Vierte el perfume de tu sombra sobre la cal de mi lengua
y llena mi copa a rebosar.
OPUS
El barquero cruza el río
con dos monedas en los ojos.
Se dirige al palacio subterráneo:
Allí la rosa se consume
en su prisión de fuego.
Ella es el alma volátil;
bermeja floración de espinas
abrasadas por la belleza.
Sólo por asistir al lento martirio de sus perfumes,
el barquero ha cruzado el río
para soñar en el recinto donde la rosa se calcina
entre ardorosos destellos de luz y de misterio.
Señor de los enfermos, ardiente dios de los insaciables: por el cemento de tus úlceras, por el vinagre que bebemos de tus venas los ladrones, no dejes que se evapore esta noche.
Vierte el perfume de tu sombra sobre la cal de mi lengua
y llena mi copa a rebosar.
A YijajaY all stars
OPUS
El barquero cruza el río
con dos monedas en los ojos.
Se dirige al palacio subterráneo:
Allí la rosa se consume
en su prisión de fuego.
Ella es el alma volátil;
bermeja floración de espinas
abrasadas por la belleza.
Sólo por asistir al lento martirio de sus perfumes,
el barquero ha cruzado el río
para soñar en el recinto donde la rosa se calcina
entre ardorosos destellos de luz y de misterio.
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