O ORNITÓLOGO / JOÃO PEDRO RODRIGUES / 117 min. / DRAMA/ UNRATED/ PORTUGAL, FRANCIA, BRASIL. 2016.
★ ★ ★ ★1/2
Por Herbert Neutra
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La filmografía lusa sigue ganando terreno y atención en el escenario cinematográfico mundial. El desarrollo lento pero seguro de una estética y estilo propios y el aumento en las subvenciones para la creación, gracias a nuevos canales de distribución y a la comercialización, inversión y desarrollo de proyectos en conjunto con otras naciones, ha permitido que la mirada portuguesa, original-fresca-sugerente, sea hoy por hoy una de las industrias con más futuro del viejo continente.
Con una historia que comienza prácticamente con la invención del séptimo arte, Portugal ha pasado de tener unas cuantas películas importantes en la década de los cuarenta del siglo XX a superar la censura y ganarse un lugar en las carteleras, especialmente después de las consecuencias socio-culturales fruto de la Revolução dos Cravos en 1974.
Desde entonces, un proceso de consolidación tanto del quehacer documentalista como del fagocitismo de otras corrientes y vanguardias como el surrealismo, el Neo-realismo, el Cinema Novo, importado de la antaño colonia brasileña o el formato “soap opera“ televisivo, han impulsado la creatividad y la producción de largometrajes: así ya para el 2011 se estrenaron 22 películas y actualmente el número se acerca a la media centena. En los últimos 30 años se ha configurado una sensibilidad que se hace más auténtica y que sigue cautivando tanto a espectadores como a críticos en lo que bien podría tratarse de la explosión de un potencial que se habría sobrestimado.
El último cine portugués tiene en los trabajos recientes del veterano Manoel de Oliveira (“A Divina Comédia”, 1991; “Je rentre à la maison”, 2001 y “O Estranho Caso de Angélica”, 2010) una simpleza narrativa y una genialidad que en el uso de la paleta cromática se convierte en espiritualidad profunda; en la obra de Miguel Gomes (Tabú, 2012 y “As Mil e Uma Noites: Volume” 1,2, 3; 2015) una elegante y clásica composición visual de sueños, recuerdos e imágenes seductoras, en el arte digital devoto del alto contraste y las atmósferas hipnóticas y fantasmales de Pedro Costa (“Ossos, 1999; “Juventude Em Marcha”, 2006 y “Cavalo Dinheiro”, 2016) un talento que seguirá dando de qué hablar, e incluso en las incursiones del foráneo Raoul Ruiz, adaptando la compleja obra literaria decimonónica de Camilo Castelo Branco (“Mistérios de Lisboa”, 2010) un tratamiento vanguardista en el que se presenta un viaje etnográfico en el tiempo que para otros resultaría infilmable.
“O Ornitólogo” es otro eslabón en esa cadena de logros y autores que se hace más ancha y robusta. En su quinta película, el director João Pedro Rodrigues, quien ya alguna vez intentará convertirse en especialista de dicha ciencia, saca el máximo provecho del antecedente de fotogramas, idiosincrasia y técnicas que le preceden; ocupa la primera media hora del metraje en la explotación de panorámicas increíbles y en la observación minuciosa de los bichos emplumados, persuadiendo al espectador con el tono, la experiencia y la austeridad de un riguroso documental. Acto seguido y sin que apenas lo notemos, nos arrastra a otro tipo de película en la que explora la agonía y el éxtasis del observador de aves o tal vez de un santo patrono que aún no descubre su vocación; lo único seguro aquí es que Rodrigues nos mostrará una metamorfosis con la misma exquisitez y cuidado por las formas de la primera parte.
Empiezan a pasar cosas, a surgir más obstáculos, ocurren incidentes cargados de simbolismo, otros parecen relleno o una pura alucinación, aparecen personajes, a cual más, más bizarro y surrealista, situaciones sin ninguna conexión y bastante truculentas; llegados a este punto y en vez de complicarnos por entender como A conecta con B y entonces C , preferimos dejarnos llevar por la corriente caudalosa y disfrutar el paisaje: a fin de cuentas es cine, se trata de ver no de descifrar o comprender, aún cuando acercándose la segunda hora y después de renunciar a la busca de significados, lo logremos o por lo menos coincidamos en que el viaje ha sido entretenido.
“O Ornitólogo” es cine en estado puro, un filme diseñado tanto para públicos devotos del cristianismo como para fanáticos del multiplex, dispuestos a pagar por darse gusto con la pupila y las palomitas. “O Ornitólogo” es una investigación sobre el comportamiento animal de ciertas especies de una fracción del bosque ibérico y un manifiesto satírico queer en días de la decadencia moral y farsa del feminismo de la tercera ola. “O Ornitólogo” es otra película portuguesa, pero al incluirla en esa filmografía se tiene que aceptar que dada su volatilidad y su reto a la supuesta “naturaleza narrativa” del arte cinematográfico, hacemos bien agrupándola dentro de lo que más parece todo un nuevo género.
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