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Foto y diseño: Leonardo Mora |
El próximo lunes 20 de agosto es el lanzamiento en Buenos Aires del poemario De punta a punta, escrito por el joven autor español Jorge García Izquierdo y publicado por la editorial Prosa. A continuación presentamos el breve texto de contraportada escrito por Matías Máximo y cinco poemas extraídos del libro, con la autorización del poeta.
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De punta a punta
Por Matías Máximo
El territorio en que se mueven estas poesías está fuera del tiempo y se rige por la cadencia de los sentimientos. Entonces una voz delicada llama al pedido de no pensar, "no pensarte ni de lunes, ni de martes, ni de noche oscura sin calendario. Y este pedido no se lanza al vacío, sino que está en la búsqueda de un equilibrio interno donde los versos quieren no llover, no tronar, tampoco que haga demasiado sol.
La apuesta es la constancia, a la forma en que lo cotidiano se vuelve un piso para una mirada frágil que precisa de una certeza, esa que nos dice "no sé si fuiste o no fuiste. Al menos te esperé". Entonces la voz no llora cualquier lágrima, llora lágrimas de hombre. Tampoco muerde cualquier pezón: conoce el lenguaje de los lobos nocturnos ("todos creen que asusta el lobo que aúlla por la noche/pero es sólo el gemido que le produce la luna/como a mí las aspas que circundan tus pezones").
El viaje que hace de punta a punta invita a un territorio sin centro, sin extremos, que no quiere justificar el verbo sino que lo respira con una seguridad:
"En medio del hambre desatada,
quizás los versos, aunque no lo sepas,
sean tu calma".
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Fotografía: Leonardo Mora |
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Por los pájaros que duermes
Pura poesía brilla de tu rostro:
mil sonetos haría de tus labios,
decenas de odas a tu magna esfinge
y cientos de canciones a cada recuerdo diario.
Eres ese rayo que no cesa.
Eres calor y frío,
yugo y alivio;
eres las palabras de mi boca.
A cada luna que sales,
se vuelve loca mi cabeza,
a cada pájaro que duermes.
Mostraría mi plumaje, mi cantar,
pero mudo me quedo de ti
aun siendo imaginario.
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Al menos
Te quería
de noches estrelladas.
Te quise, mucho.
Y tú quisiste
ante el sol alambrado,
a lo lejos.
Puede ser
a veces una sombra,
o quizás no lo sea.
Se oyen cantos
allí donde se olvida,
por el monte.
A veces uno llora,
olvida, canta.
Quizás estés ahí.
No sé
si fuiste o no fuiste.
Al menos te esperé.
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El mundo viejo
El mundo
se cae cada día y muere,
mientras las flores advierten
que se ha quedado viejo.
Muere la tierra a diario
y resucita entre clavos de fuego.
Espantos entre madera de sangre.
Mueren árboles por tablas,
flores por soplidos.
Está ya el mundo mayor,
de cuerpo negro.
Sotanas y más sotanas con falda.
Grita el demonio apostasía
y mueren por fieles carpinteros.
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Nunca marches
Se prohíbe nacer de plástico
o asesor fiscal,
tener sonrisas de martillo
y, sobre todo, pensar que es imposible volar.
Hay que nacer cuantas veces se pueda
debajo de los árboles,
y que te caigan manzanas verdes
mientras suspiran en redondo.
Asomarse al balcón de vez en cuando
y ver qué ocurre,
y si la barandilla tirita de frío porque está sola
nunca marches.
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No me basta con el mundo
No me basta con el mundo,
lo quiero todo.
Quiero la vida,
no sólo quiero tus ojos.
Quiero el poema del recuerdo,
la sonrisa del todo,
el olor a jazmín
del pico del loro.
Beber de la baba del dormido,
matar moscas.
Antes que un beso,
quiero la vida.
Somos nosotras.
Llegamos tarde.
Me hace viejo pensar
que el sol está en silencio,
que yo siga mirando,
y no le encuentre.
Hay miles de espejos
y el elefante está asustado.
Cientos de casas.
Un pájaro en cada arco iris.
Me he peinado
con el silencio de todos
y el murmullo de unos pocos.
No basta. Gritemos.
Somos nosotras,
las que gritamos en silencio
y vomitamos sangre.
Hemos llegado tarde.
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