Alegoría del buen escriba (2024): una trayectoria poética del autor colombiano Gabriel Arturo Castro
SEIS SÍLABAS ALREDEDOR DE UNA ALEGORÍA.
Leer a Gabriel Arturo Castro es una aventura de alegría, pensamiento, intuición y sensibilidad. En el centro de su poética gravita el nacimiento de la palabra, y con ella la canción talismán, la enigmática voz oracular.
*
El poeta camina exiliado, profetiza su advenimiento, pero también la ordalía de su consagración. Reta al alma a seguir luchando sin quedarse atrás. Su escritura es el gesto mágico, auténtico, rebelde, alucinado y luminoso del vidente.
*
Gabriel Arturo Castro pertenece al extático linaje de los buscadores sagrados. Su pluma de halcón peregrino nos devuelve la experiencia humana como travesía y hallazgo, el milagro de recuperar nuestra propio asombro, un alfabeto como tea y bastón.
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Para forjar una
obra poética de tan alta profundidad se requieren paciencia, rigor y
compromiso, un vigoroso sacrificio, la soledad y el silencio más exquisitos, y
una imaginería ungida con savia mística, fervientemente visionaria.
Es el ritual del lenguaje sin concesiones
al límite de la palabra creadora
la libertad en otro reino, el mundo renovado.
El destino es hostil y trágico, porque el poeta se hace ofrenda.
Sus manos de
obsidiana buscan en el corazón del lenguaje su propio
rostro
escribe su mito con
sangre,
entinta el bosque de silencio y renace siempre.
*
El poeta se forja
en el fuego de la espera hasta que el ánima deja traslucir sus bordes de acero
irisado, y con ellos estraga su cuerpo doliente.
Oficia su
propia inmolación.
Herido con la más
desgarradora lucidez invoca la música lunar; danza en la hoguera, sangra sin
ira pero acomete desde el abismo con un murmullo pertinaz, que no nos deja
indemnes.
Nos recuerda la carne del poema, su llama oscura
la otra luz para imaginar un tiempo y un vocablo verdaderos.
*
La poesía de
Gabriel Arturo Castro nos llega como un recuerdo y una anticipación. Todo
regresa en el antiguo círculo de las edades: la eterna pregunta, la humilde
esperanza, el obstinado canto del ciervo nocturno, el vuelo de viejo brujo, la
límpida memoria de un cielo menos torvo, una tierra hermana donde la ceiba y el
roble permanezcan altivos y sean ese refugio prometido por las escrituras. En
aquel lugar anterior al primer jardín sigue y seguirá soñando aves
el más
abnegado
y
generoso
de los buenos escribas.
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IIustración de Rafael Dussan Mejía |
FATIGA
Alcahueta,
vendedora de secretos: los animales
hallarán muy
fácil tus ojos cansados en la boca
abierta del
molino, entre los estribos de un puente o
sobre cada
espacio vacío de la escalera que conduce
al centro de una
tormenta.
Señora, no
olvides tus ojos de fatiga. Allí estarán
alerta la perdiz,
el pavo y el buey, quienes harán una
trinchera redonda
con tus párpados lentos, pequeños
faroles y colores
apagados.
PEQUEÑO SIGLO
Nací en los tiempos inaugurales,
fuente de agua y de sangre. Un siglo
después el blando murmullo hace las
veces de memoria: “No quemen
la cal, no rayen las paredes, el cielo
se derrite rodando por tu espalda”.
Pequeño siglo, pedazos de cuerpo en la
tierra, languidez por encima
del sueño, tiempo húmedo de la
cicatriz.
La lenta y larga invasión de la sangre
derrama aves, aves de madera y de aluminio.
Despejo mi memoria y escucho el fuego
a mí alrededor. Otra vez
tengo un cuerpo descubierto bajo el
pie, señal de sombra humana. He
inventado un rostro, un ojo, un
camino, la cigüeña vieja y el zapato de
piedra. Desde el interior se escucha
mi voz, en el fruto se ve el niño de
aguas profundas. Existe el hijo a
pesar de la espalda del padre.
TRASHUMANTE
Refugio de un
peñasco hostil,
la ciudad
turbulenta y su horca atentan contra el árbol,
andamiaje, rueda
de la vida,
el árbol perdido,
el árbol sanguíneo y su llama naranja.
Un muro de hojas
se abre de repente,
la savia de raíz
torcida en medio de una tierra donde viven los
rumores y los
trashumantes con la mano abierta.
El árbol se
planta sobre el corazón.
En su interior se
esconde un hombre silencioso.
SUEÑO
VEGETAL
Al habitar la
negrura de un bosque olvidado,
horizonte que
apaga el color,
nuestro sueño
vegetal se marcha tras la pesadez infantil
y el ensueño
duro. Inútil la voz bajo el frío cielo,
ociosas las
huellas de los reyes de madera dura,
el recuerdo
sumergido de las lavanderas nocturnas,
tardío el ser que
ponía fuego en el pequeño farol.
LEER EL
LÍMITE DE UN RÍO
El genio animado
e implacable levanta una llama viva,
llena de cólera y
desarraigo, una luna llena,
espejo suspendido
encima de la tierra.
Allí habitan los
ángeles de Rilke,
las voces de la
escucha, los destellos de piedra
sorprendente, “el
árbol que tal vez piensa por dentro”.
Leemos,
descubrimos el futuro de lo visto,
el límite de un
río que dejamos atrás, la visibilidad
como extensión de
nosotros mismos,
el árbol puro, su
impalpable crecimiento y escondidas humaredas.
Las sílabas,
frutos visibles, aparecen a plena luz con sus miradas.
CUERPO DE
CENIZA
Sigo su cuerpo de
ceniza por una luna
profunda y
oscura, de humo y furor. El vapor le diluye el nombre,
el destino de la
pavesa de siempre y
la sombra le
entra por los pies,
le agobia el
pecho,
baja por la
cabeza frágil, la blanda soledad
y la raíz de sus
dedos.
Recorre, sí, mira
mi vasta garganta,
la madre serena y
el dedo de un niño perverso
que inscribe el
futuro Detrás de los cristales,
mi hermano, viaja
por los espejos del mundo.
Gabriel
Arturo Castro
Ganador de los
Premios Nacionales de Poesía Aurelio Arturo, 1990; Ciro Mendía, 2006; Porfirio
Barba Jacob, 2009.
Autor de las obras Libro
de alquimia y soledad (Educar editores, Bogotá, 1992); Alquimia de la media
luna (Verdehalago, UNAM, México, 1996); Tras los versos de Job (SIC editores,
Bucaramanga, 2009); Ceniza inconclusa (ensayos breves sobre arte y
literatura, Universidad del Tolima, Ibagué, 2012); Pequeño mito del Bosque
(Cuadernos negros editorial, Calarcá, 2012); Entre el mundo del lenguaje y la memoria (Siete ensayos literarios alrededor de la poesía de Héctor Rojas Herazo) (SIC
editores, Bucaramanga, 2013); Extravíos, comentarios bibliográficos de ida y
vuelta (Klepsidra editores, Pereira, 2013); Día antes del tiempo (Editorial
Universidad del Tolima, Ibagué, 2013); Resurrección de la imagen (Rosa
Blindada, Cali, 2018) y Palabra, Raíz hundida (Rosa Blindada, Cali, 2018).
Fue colaborador
por diez años del Magazín Dominical del periódico colombiano El Espectador, lugar donde publicó
poemas, ensayos y comentarios de libros. Desde 1990 escribe reseñas de libros
para el Boletín Cultural y Bibliográfico del Banco de la República. Ha
participado en las siguientes revistas: Golpe de Dados, Común Presencia,
Ulrika, Gaceta del Fondo de Cultura Económica, Puesto de Combate, Revista Casa
Silva, Luna de locos, Luna Nueva, Rayuela, La Pipa de Magritte, Prometeo,
Educación y Cultura, Revista Internacional Magisterio, Revista de
Psicopedagogía de la UPTC y Con-Fabulación.
Su obra ha sido comentada y antologizada en Tambor en la sombra, antología de la poesía colombiana del siglo XX (Verdehalago editores, México, 1995); Antología de la poesía colombiana. Tomo II (Selección y prólogo de Rogelio Echavarría, Biblioteca Familiar de la Presidencia de la República, Bogotá, 1996); Antología de la poesía colombiana (selección y prólogo de Rogelio Echavarría. Ministerio de Cultura, El Áncora editores, Bogotá, 1997); Para conocernos mejor (Brasil-Colombia: compiladores: Aguinaldo José Goncalves y Juan Manuel Roca, Editora UNESP-Universidad de Antioquia, Medellín, 1995); Inventario a contraluz (selección y prólogo de Federico Díaz-Granados, Arango editores, Bogotá, 2001); Poetas bogotanos (selección y prólogo de Iván Beltrán, Común Presencia Editores, Bogotá, 2008); Antología de la poesía colombiana (El perro y la rana - Ministerio de Cultura de Venezuela, Caracas, 2008); República del viento - Antología de poetas colombianos nacidos en los años sesenta (prólogo y selección de Jorge Cadavid, Universidad de Antioquia, Medellín, 2012); Ensayistas bogotanos (Común Presencia editores, prólogo y selección de José Chalarca, Bogotá, 2013).
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