Memorias del subdesarrollo (1968) de Tomás Gutiérrez Alea : La cosmovisión latinoamericana en el filo de la navaja
Por Leonardo Mora
sonidosrare@gmail.com
Si en cualquier lugar del mundo es duro sufrir
el destino del artista, aquí es doblemente duro,
porque además sufrimos el angustioso destino
del hombre latinoamericano.
EL ESCRITOR Y SUS FANTASMAS, Ernesto Sábato
Observamos de nuevo esta película, capital en la historia del cine latinoamericano (algunos críticos sostienen que es la mejor), en el marco de la muestra de Cine Social en América Latina que se efectúa por estos días en la Cinemateca Distrital en Bogotá –valga decirlo, con una asistencia mínima, aunque la entrada es libre-. Y hemos encontramos que, después de tantos años de su lanzamiento, su poder estético, crítico y nihilista aún es demoledor: sigue siendo un contundente manifiesto de calidad en tiempos en los que el cine latinoamericano –y por qué no decirlo, el colombiano específicamente- realiza filmes de valor muy discutible a pesar de los recursos y las instancias que se ocupan de promover el séptimo arte, y en momentos en que socialmente nos vemos sumergidos en problemas de inusitado calibre, los cuales, antes que solucionarse, toman nuevas y peores formas para una creciente población con menos calidad de vida.
Memorias del subdesarrollo, dirigida por Tomás Gutiérrez Alea en 1968, con base en la agria y lúcida novela de Eduardo Desnoes, nos muestra con gran efectividad la historia de un inteligente y sensible burgués, con ciertas pretensiones de artista, que reflexiona en medio de las vertiginosas circunstancias en la Cuba de mitad de siglo XX, mientras observa la manera en que el edificio social y moral de nuestra condición parece cada día desmoronarse más. Hay poca voluntad de replanteamiento (política, social, individual) de unos nuevos objetivos a seguir, reflexiona el protagonista, lo cual empeora nuestra larga historia de omisiones y errores, tantas veces sin un análisis exhaustivo y sincero. Más que culpar simplemente a las instituciones detentoras del poder, las facciones en pugna, o tantos ineptos y estrechos gobernantes de nuestras latitudes, Gutiérrez Alea es capaz de mostrarnos a través de una interesante historia que los dilemas latinoamericanos, si bien son un complejo asunto de origen y repercusiones sociales, también son identificables a modo individual, y la responsabilidad por cualquier tipo de cambio recae en un autoexamen honesto de cada una de las conciencias de este lado del mundo.
Una de las ideas más recurrentes de Memorias del subdesarrollo señala una plausible incapacidad de los latinoamericanos para ser consecuente con una idea y trabajar por ella hasta el fin: ya sea para enriquecerla, replantearla o desecharla. Parece que nada es capaz de asombrar o sacar de su letargo al habitante promedio. Y dado que rancias costumbres y prejuicios aún están demasiado arraigados en nuestra mentalidad, a todos los niveles, con el auspicio del sistema imperante y el bajo nivel educativo, esperar que nuestra conciencia crítica como ciudadanos de aparentes naciones democráticas despierte y reclame lo que por derecho es nuestro, o se ocupe de crecer intelectualmente, es una tarea en extremo difícil y restringida.
Una de las ideas más recurrentes de Memorias del subdesarrollo señala una plausible incapacidad de los latinoamericanos para ser consecuente con una idea y trabajar por ella hasta el fin: ya sea para enriquecerla, replantearla o desecharla. Parece que nada es capaz de asombrar o sacar de su letargo al habitante promedio. Y dado que rancias costumbres y prejuicios aún están demasiado arraigados en nuestra mentalidad, a todos los niveles, con el auspicio del sistema imperante y el bajo nivel educativo, esperar que nuestra conciencia crítica como ciudadanos de aparentes naciones democráticas despierte y reclame lo que por derecho es nuestro, o se ocupe de crecer intelectualmente, es una tarea en extremo difícil y restringida.
Una de los grandes aciertos de este filme es que las reflexiones cargadas ideológicamente se expresan a partir de la más llana cotidianidad del protagonista; eventos de su vida tales como un matrimonio frustrado, la convivencia con los amigos, el flirteo y posterior relación con una inmadura y problemática joven de 17 años, la visita a la casa en Cuba donde vivió el escritor norteamericano Ernest Hemingway, una alocución en televisión de Fidel Castro, o la asistencia a un debate entre eminentes intelectuales, son todas experiencias de una historia personal que se ponen en perspectiva con el contexto social y político para ser examinadas y comentadas con tacto, con ironía, quizás también con un negativismo exacerbado, pero que no deja de ser sugerente y revelador por su sinceridad. Si bien la revolución cubana representó a diversos niveles un cambio y una mejoría de circunstancias en la historia de América Latina frente a los embates del imperialismo, el filme no deja de lado su capacidad de examen fino de ciertas implicaciones que se escapan a quienes ven en tal proyecto un dechado de virtudes, con equivocaciones meramente circunstanciales.
Formalmente la película es caótica, vertiginosa, libre, expresiva, montada casi que abruptamente y con imágenes inestables, tanto filmadas como fijas y de archivo -sus orígenes son muy diversos-, lo cual también obedece a los lineamientos de esa corriente que se conocería como Nuevo Cine Latinoamericano, en el cual primaba la posible función social de la cinematografía, su capacidad de conmoción y denuncia antes que los aspectos formales, y su negación de los preceptos tradicionales de Hollywood. Pero como se ha querido señalar, Memorias del subdesarrollo no se reduce a el abordaje progresista de determinadas militancias políticas, sino que logra una exposición más profunda y personal de nuestra "humanidad" como latinoamericanos, lo cual la ayuda a consolidarse como una manifestación estética de enorme factura; en verdad verla resulta toda una válida experiencia en medio de la insuficiencia que inundan los cines y los festivales latinoamericanos actualmente. Posiblemente indagar en las joyas clásicas de nuestra filmografía nos pueda revelar aspectos más interesantes y vanguardistas que el consumo indolente de tantos productos nuevos y desabridos que hoy ven la luz del día, tal y como las futilidades creadas en serie por cualquier fábrica.
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