Por Leonardo Mora
sanagustinconfesiones73@gmail.com
Nunca serán excesivas las referencias del arte cinematográfico al horror que deparan las guerras en que se han enfrascado nuestros loables dirigentes políticos hambrientos de dinero y poder, desde el mismo inicio del devenir del hombre. Aunque no todos los directores cuentan con la fortuna de crear un filme que pueda plantear más cosas que la superficialidad de la guerra –entiéndase bombas, sangre y mutilaciones-, tampoco estará de más examinar las abundantes perspectivas con que se aborda tal fenómeno, para constatar si determinada película fue capaz o no de “cargar con el contenido histórico de su tiempo”, una de las definiciones que usa T.W. Adorno para esa compleja palabra que es el Arte.
En el caso del director italo-americano Michael Cimino, con su filme The deer hunter, las expectativas son ampliamente logradas. La historia de unos obreros siderúrgicos con sangre de inmigrantes que son enviados a una de las carnicerías más sangrientas e inútiles de la historia como lo fue Vietnam, resulta contundente, emotiva y conmovedora, sin necesidad de excederse en imágenes físicamente violentas para expresar de manera eficaz el daño moral y mental que sufrieron los muchachos enviados a proteger con su vida y su sangre los intereses de los detentores del poder en el país del norte, el de la libertad y la democracia.
Quizás la virtud más palpable y lograda de The deer hunter –película en la que el director se toma su tiempo para exponer detalles tales como el entorno de los personajes, sus logros y frustraciones cotidianas, es decir, posee cierto ritmo lento pero poderosamente envolvente- es que sus protagonistas, como ya se mencionaba, unos simples trabajadores incultos que se divertían en tabernas, que deseaban a las compañeras del prójimo, tonteaban entre ellos, salían de caza o cantaban canciones a coro con voces embriagadas, a pesar que sufren en carne propia el apocalipsis de Vietnam, son sometidos a una alta humillación y amenaza de perder la vida –como la impresionante secuencia en que tres de aquellos obreros, ya instalados en el sudeste asiático y capturados por el bando contario, son obligados a punta de golpes y recriminaciones a jugar a la letal ruleta rusa-, y además mutilados y traumatizados, en suma, echados a perder, ninguno es capaz de entender las verdaderas implicaciones de todo ese juego de poder al que se vieron obligados a servir; el destino juega malas pasadas, de una guerra sólo se puede llegar vivo, muerto, mutilado o enloquecido, eso todo el mundo lo sabe, pero aún así la patria es la patria, hay que defenderla y se debe cantar y rezar al cielo para que Dios la proteja -de esta trágica forma acabe el filme- y le augure prosperidad y protección por mucho tiempo.
Las actuaciones de esta película, que además cuenta con un reparto de lujo –Robert de Niro, Meryl Streep, John Savage, John Cazale, Christopher Walken- son de una factura impecable. El dolor, el trauma, la locura y la agonía de la guerra son muy bien demostrados a través de rostros y actitudes que denotan en quien los ve el sufrimiento y la paranoia extremos de los que se vieron sometidos a la cruel Vietnam. Quien quiera saber qué tipo de comportamientos pueden develar una expresión como la de “cadáveres vivientes”, esta magistral película puede ilustrarlo sobradamente.
The Deer Hunter (conocida como El francotirador en Hispanoamérica y El cazador en España) es una película dramática de guerra de 1978 dirigida por Michael Cimino. Además de que fue galardonada con 5 oscares, incluidos mejor película y mejor director, la película está considerada como una de las 100 mejores películas de la historia del cine por el American Film Institute. Filme altamente recomendado para quienes saben que en épocas de caos y degradación como la que estamos atravesando, el arte necesita indefectiblemente recargarse de agresividad, efectividad y templanza para lograr conmover al espectador y obligarlo a que reflexione sobre la condición humana, ya inserta en pleno siglo XXI, y a punto de comenzar una nueva década de historia.
(31 de diciembre de 2010)
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