Por Leonardo Mora
¿No es un argumento tremendamente atractivo –sobre todo para los que nos preciamos de ser aprendices de escritores- el que desarrolla la historia de un anónimo personaje voyerista que, a falta de temas para su obra, decide empezar a seguir furtivamente a las personas en la calle para extraer el dulce jugo de las vivencias de los otros? ¿Y si a ello le sumamos el hecho de que tal personaje, un día en el que adelanta su peligroso juego, sigue por casualidad a otro personaje aún más extraño, que tiene por hobbie entrar a casas ajenas para estudiar a las personas a partir de sus pertenencias, aunque también robe unas cuantas de éstas?
El afamado director Christopher Nolan desarrolla su primera película titulada Following –en 16 mm-, a partir de los preceptos arriba expuestos, y logra crear un sofisticado y elegante thriller sicológico que transcurre en las extrañas calles de Londres, donde transitan innumerables individuos anónimos que llevan a cuestas sus historias personales sin poder comunicarlas y objetivarlas. Dos de estas historias se entrecruzan un raro día -la de un joven tímido e inseguro, con cierta crisis de identidad, que quiere ser escritor, y la de un arrollador y carismático ladrón- y colisionan de tal manera, que una de ellas terminará de trágica forma, cuando sea superada por la singularidad, el encanto y la sordidez de la otra.
¿Quién no se ha sentido arrebatado por personalidades ajenas que alguna vez se han interpuesto en el camino propio? ¿Quién no ha imitado consciente o inconscientemente las virtudes o las manías del otro, dado el poder de sugestión que aquel puede generar sobre uno mismo? En un impecable y siempre poético blanco y negro, con tiempos de narración alterados y barajados, con una cámara al hombro efectivamente sumergida en la dinámica de una ciudad gris, Nolan acude a las premisas del llamado cine neo-noir para regalarnos una espléndida cinta, hecha con escasos recursos, pero de amplia inteligencia y solidez narrativa, que el espectador difícilmente podrá olvidar, gracias a su turbadora presencia. Altamente recomendada para quienes deliran por esos elementos que contienen y desatan las personalidades cuando se enfrentan, se miden, se rechazan o se sujetan, con el anonimato y la soledad que producen las urbes contemporáneas como telón de fondo.
Semana Santa de 2011
¿Y cuál, según ustedes, será "la verdadera razón de ser de la cinematografía"? De algo que se llama cinematograf-ía.
ResponderEliminarEs asumir con criterio y responsabilidad su lugar en la historia de las ideas como la perfecta fusión entre tecnología y arte, es retomar y proseguir el legado de las manifestaciones estéticas a través de los siglos, es estar en capacidad de "cargar con el contenido histórico de su tiempo" como decía Adorno, con sentido crítico y no adhesivo de la realidad. Gracias por el comentario, creíamos que nadie miraba esta página.
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