Por Leonardo Mora
sonidosrare@gmail.com
Estamos a frente a un filme que posee grandes cualidades y puntos de interés, pero no podría asegurarse que es una obra magna o que genere un gusto positivo más o menos uniforme entre los espectadores, lo cual, valga decir, repercutió en la vapuleada palma de oro en Cannes que le fue otorgada. Los aciertos que vemos en The Square, radican esencialmente en su poder crítico y provocador que pone en una satírica palestra cuestiones álgidas a diversos niveles, como los desatinos morales e institucionales de una enferma clase alta, el rol de los sacrosantos museos, el estiércol del arte contemporáneo, las embrutecedoras redes sociales y las desabridas relaciones sentimentales de hoy que ingenuamente nos obstinamos en sostener.
Geográficamente, se nos manifiesta un viejo continente en franca decadencia política y social, específicamente una Suecia de capa caída y con significativos índices de indigencia y pobreza, los cuales recaen más aún en la situación de sus inmigrantes. Dentro de esta zona, el filme señala ciertos modos y costumbres de una clase alta demasiado convencida, mezquina y de corto vuelo (bien retratada por el director y asumida con propiedad por su protagonista, Claes Bang), y desde luego, con su ancestral inclinación por establecer la mayor distancia posible con las clases sociales inferiores, casi sin ningún tipo de empatía e intervención. Asunto también grave, la cinta plantea cínicamente lo que tal sector acomodado legitima como arte en nuestros tiempos (hay que decirlo, general y lamentablemente basura) en la camisa de fuerza de las instituciones museísticas y sus poco ortodoxas campañas de recaudo y publicidad para llegar y conmover a los incautos.
Un ejemplo reciente de ello en la realidad, por qué no traerlo a colación, lo constituye la decisión de la Manchester Art Gallery de bajar un cuadro prerrafaelista de sus salas, supuestamente para fomentar discusiones públicas en las que se ha sostenido que el bello cuadro hipersexualiza a las mujeres, ninfas en este caso, y las relega a una posición pasiva. He ahí cómo la deliciosa corrección política actual, tan risible e insuficiente, deja de tener en cuenta aspectos reales como el erotismo heterosexual, que no se anulan de un plumazo o con un insulto (sin disculpar sus pervertidas y dolorosas acepciones) y la época determinada en que se efectúa una obra artística*. Siempre es más fácil opinar con un "like" que esforzarse por lograr un criterio menos ridículo.
Técnicamente The Square no representa una gran apuesta visual a pesar de su presupuesto considerable y a excepción de un par de movimientos de cámara interesantes, pero a cambio ofrece una inusual concatenación de situaciones absurdas, divertidas, trágicas, inclusive de pésimo gusto y macabras (algunos se sentirán heridos), lo cual imprime a la narrativa un valor distinto y no recurrente en los filmes que premia el consabido festival de Cannes. Pocas veces después de El Planeta de los Simios ha podido verse en pantalla grande una recreación tan cabal y fidedigna de un hombre imitando a su abuelo evolutivo, el divertido y sugerente chango. Y es en serio: es de gran factura la actuación de Terry Notary, quien efectivamente se basó en el clásico de ciencia ficción, y fue encontrado por el director en You Tube, imitando a un mono.
En suma, la intención crítica del autor es el gran elemento de la película. Cualquier cosa que se parezca a un escándalo simiesco y a una inteligente puesta en escena que cuestione la decadencia e idiotez del mundo actual y sus incontables facetas, nos parece justa y necesaria. Pero para quienes pretenden encontrar un filme tradicional de narrativa bien establecida, con los cabos atados y que genere dinamismo constante sin somníferos, posiblemente se les harán intolerables sus 2 horas y 24 minutos de duración, de algún modo innecesarias, y quizás un mal sabor final de boca que raya en lo absurdo. Pero, de cualquier modo, creemos que vale la pena verla.
*La noticia completa en inglés sobre la obra bajada del museo:Enlace de The Guardian (pulsar aqui)
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